Relato
RELATO TRANSMEDIA
A continuación les relataré una
historia de muñecas, pero no es hermosa, ni divertida como la de Toy Story o
alguna otra película de Disney, este es un relato realista y triste.
Betty es la protagonista de nuestra historia, ella soñaba con ser modelo publicitaria, creció viendo comerciales en televisión y observando las revistas que su madre leía , en estas mismas ,aparecían jóvenes deslumbrantes y glamurosas, Betty al verlas no podía evitar sentir admiración por ellas, ya que estar en el lugar de esas mujeres era lo que anhelaba, se había convertido en su sueño más profundo.
A medida que iba creciendo, Betty adoptaba hábitos diferentes, en varias ocasiones se ponía los zapatos y la ropa elegante de su madre e imaginaba que era modelo, desfilaba y posaba para sus padres mientras estos seguían su juego y simulaban ser fotógrafos. Cuando la niña se veía en las fotos, su alma se llenaba de orgullo y felicidad, se podía ver a sí misma en esos comerciales, cumpliendo el sueño de su vida. Pero en ese mundo de colores, formas y sonrisas no todo era lo que parecía, la realidad era mucho mas oscura, deformada y con mueca de tristeza.
El tiempo paso y nuestra protagonista dejó de ser una niña, media 1,53 cm de estatura, no tenia un cuerpo particularmente delgado y sus rasgos faciales no eran considerados bellos por algunas personas, sin mencionar otros aspectos físicos. En cuanto a personalidad, Betty era soñadora, de alma pura, inteligente, sociable y alegre. Pero al mundo de la publicidad no le importaba su personalidad, le importaba su apariencia física.
A la edad de 18 años, Betty se presentó a su primer casting y sin una explicación la rechazaron, esta fallida experiencia no influyó negativamente en sus deseos, sino que continúo asistiendo a diferentes lugares, se postulaba y se iba sin tener el éxito de ser elegida. La mayoría de las muchachas en su lugar hubiesen bajado los brazos, pero ella siguió hacia adelante, decidida a cumplir su sueño. Los meses pasaron, asistió a innumerables castings y en ninguno la aceptaron, su falta de delgadez era la excusa más común de los entrevistadores, así que la muchacha comenzó a dejar las comidas de lado, para poder adelgazar más rápido y llegar a la talla requerida. Betty enflaqueció, pero su sacrificio no alcanzó, la siguiente excusa que utilizaban los entrevistadores para no contratarla era su baja estatura y así el tiempo fue pasando y la edad se convirtió en su nuevo defecto. Mientras en más oportunidades era rechazada, más sus ilusiones se quebrantaban, sentía con gran tristeza como de a poco su sueño se iba desintegrando y no por falta de voluntad ni de capacidad, sino por la injusticia de un mundo que no la veía con los ojos que ella se merecía.
Los años pasaron y Betty ya no era una joven, se hizo adulta y su sueño había quedado atrás, tenía un trabajo y una vida, pero el tormento que tuvo que atravesar por la dura experiencia de chocar contra la realidad publicitaria fue muy largo, visitó psicólogos y psiquiatras, perdió amigos y años de alegría debido a las inseguridades que había desarrollado, su vida tomo un rumbo pero nunca fue plenamente feliz.
El mundo publicitario te acepta y te muestra al mundo como “mujer” solo si cumplís con los atributos físicos que en ese planeta existen, el mismo cuenta con un ecosistema propio y cruel donde los atributos corporales gobiernan y no son atributos particularmente normales, sino que son raros o casi imposibles de tener u obtener para la mayoría de las mujeres.
Una Betty ya anciana, está sentada en una plaza de la ciudad alimentando a las palomas, de fondo, una joven atractiva posa para unas fotos con fines publicitarios. Betty ve de reojo esta situación y, aunque no deja caer lagrima alguna, por dentro la niña soñadora llora desconsoladamente, llora por ella y por todas las Betty que nadie conoce y quedaron en el camino.
Betty es la protagonista de nuestra historia, ella soñaba con ser modelo publicitaria, creció viendo comerciales en televisión y observando las revistas que su madre leía , en estas mismas ,aparecían jóvenes deslumbrantes y glamurosas, Betty al verlas no podía evitar sentir admiración por ellas, ya que estar en el lugar de esas mujeres era lo que anhelaba, se había convertido en su sueño más profundo.
A medida que iba creciendo, Betty adoptaba hábitos diferentes, en varias ocasiones se ponía los zapatos y la ropa elegante de su madre e imaginaba que era modelo, desfilaba y posaba para sus padres mientras estos seguían su juego y simulaban ser fotógrafos. Cuando la niña se veía en las fotos, su alma se llenaba de orgullo y felicidad, se podía ver a sí misma en esos comerciales, cumpliendo el sueño de su vida. Pero en ese mundo de colores, formas y sonrisas no todo era lo que parecía, la realidad era mucho mas oscura, deformada y con mueca de tristeza.
El tiempo paso y nuestra protagonista dejó de ser una niña, media 1,53 cm de estatura, no tenia un cuerpo particularmente delgado y sus rasgos faciales no eran considerados bellos por algunas personas, sin mencionar otros aspectos físicos. En cuanto a personalidad, Betty era soñadora, de alma pura, inteligente, sociable y alegre. Pero al mundo de la publicidad no le importaba su personalidad, le importaba su apariencia física.
A la edad de 18 años, Betty se presentó a su primer casting y sin una explicación la rechazaron, esta fallida experiencia no influyó negativamente en sus deseos, sino que continúo asistiendo a diferentes lugares, se postulaba y se iba sin tener el éxito de ser elegida. La mayoría de las muchachas en su lugar hubiesen bajado los brazos, pero ella siguió hacia adelante, decidida a cumplir su sueño. Los meses pasaron, asistió a innumerables castings y en ninguno la aceptaron, su falta de delgadez era la excusa más común de los entrevistadores, así que la muchacha comenzó a dejar las comidas de lado, para poder adelgazar más rápido y llegar a la talla requerida. Betty enflaqueció, pero su sacrificio no alcanzó, la siguiente excusa que utilizaban los entrevistadores para no contratarla era su baja estatura y así el tiempo fue pasando y la edad se convirtió en su nuevo defecto. Mientras en más oportunidades era rechazada, más sus ilusiones se quebrantaban, sentía con gran tristeza como de a poco su sueño se iba desintegrando y no por falta de voluntad ni de capacidad, sino por la injusticia de un mundo que no la veía con los ojos que ella se merecía.
Los años pasaron y Betty ya no era una joven, se hizo adulta y su sueño había quedado atrás, tenía un trabajo y una vida, pero el tormento que tuvo que atravesar por la dura experiencia de chocar contra la realidad publicitaria fue muy largo, visitó psicólogos y psiquiatras, perdió amigos y años de alegría debido a las inseguridades que había desarrollado, su vida tomo un rumbo pero nunca fue plenamente feliz.
El mundo publicitario te acepta y te muestra al mundo como “mujer” solo si cumplís con los atributos físicos que en ese planeta existen, el mismo cuenta con un ecosistema propio y cruel donde los atributos corporales gobiernan y no son atributos particularmente normales, sino que son raros o casi imposibles de tener u obtener para la mayoría de las mujeres.
Una Betty ya anciana, está sentada en una plaza de la ciudad alimentando a las palomas, de fondo, una joven atractiva posa para unas fotos con fines publicitarios. Betty ve de reojo esta situación y, aunque no deja caer lagrima alguna, por dentro la niña soñadora llora desconsoladamente, llora por ella y por todas las Betty que nadie conoce y quedaron en el camino.
Bien, es un poco largo . No teine un punto de giro ... a paertir de la misma idea... hay alguna manera de darle un giro a l relato para que sea interesante? en algun punto los relatos deben intentar dar en algun momento un giro inesperado
ResponderBorrar